Un homenaje para el Líbano Tolima en sus 164 cumpleaños
Contaban los abuelos que en una luminosa mañana de 1864 salió de la pequeña aldea de Manizales una tropilla de hombres y mujeres, unos a pie, otros a caballo, rumbo al nevado del Ruiz y que luego, vertiente abajo, se internaron en territorios del antiguo Estado Soberano del Tolima. Iban ellos en pos de tierras y de minas sin dueño, buscando baldios a fín de hacerlos suyos por los títulos del esfuerzo colectivo y del trabajo sin desfallecimientos. Tenían sed de aventura, deseos de riqueza, fiebre de luchar contra obstáculos superiores a ellos mismos y buscaban la tierra, la tierra buena y sin dueño, donde arrojar la semilla y ver crecer la esperanza. Las mejores tierras de Manizales y de las comarcas vecinas ya habian sido ocupadas por migraciones anteriores. Pero allá, tras el nevado, en la otra vertiente de la cordillera central, había un país selvático y misterioso del cual muy poco se sabia en los nuevos poblados que la incontenible corriente migratoria venia edificando y del cual apenas si hablaban vagamente aventureros codiciosos, arrieros trotamundos y buscadores de oro y de ganado cimarrón.